54 Años de la tragedia de Madreselvas

Al jurar como Bomberos prometemos incluso dar la vida si fuese necesario, pero nadie imagina realmente la tristeza y el dolor que aquel compromiso pueden provocar al hacerse realidad, el martirio.

El 14 de diciembre de 1962 un devastador incendio en Madreselvas y Av. Macul nos arrebató a Silvio Guerrero Mutinelli, Jorge Batiste Aleu y meses más tarde por sus quemaduras a Luis Bernardín Orellana. Hoy guardamos silencio en su memoria. Su entrega no es en vano.

Hoy a 54 anos de la tragedia de Madreselvas, de aquella primera vez en que se enlutaron los gallardetes Nunoinos, recordamos a nuestros Segundinos caidos en el cumplimiento de deber. Leala historia de aquella fatidica noche a continuacion.

«La Tragedia de Madreselvas»

«La muerte menos temida da más vida»

FECHA: 14 de diciembre de 1962

HORA: 01:02

DIRECCIÓN: Calle Madreselvas N° 3368 vereda norte, entre José Pedro Alessandri y Premio Nobel

CONDICIONES ATMOSFÉRICAS: Noche sin viento; Temperatura: 14.2 °C; Humedad: 83.1 %

ALARMA DE TELÉFONOS: 452341 – 451752

A la hora indicada, se recibió una alarma dada por un nochero de la Estación de Servicio Copec, en calle Mayor Abe con José Pedro Alessandri, o sea a una distancia aproximada en línea recta del lugar amagado, de 200 metros. Esta persona manifestó que podía ver llamas. Inmediatamente se recibió un segundo llamado, hecho por una señora que manifestó vivir en la esquina de José Pedro Alessandri con Madreselvas. Dijo ver llamas y humo pero que no sabía exactamente de que se trataba y que daba esta alarma con temor porque podría tratarse de pasto. La operadora de aquel entonces Shirley Salgado, despachó a la 1°, 2° y 5° Compañías como Llamado de Comandancia de Cuartel Completo, mientras se recibían continuas llamadas telefónicas, que no se registraron por el despacho.

En los primeros momentos, estuvo a cargo del Cuerpo el Capitán de la Primera Compañía, Querso Carrasco, quien estaba dirigiendo la armada de su Compañía cuando llegó el Comandante Enrique Guerra Bagolini, el cual recibió la Alarma de Incendio cuando llegaba en la camioneta aproximadamente a la altura de Los Tres Antonios por José Domingo Cañas, lo que indica, dada la escasa distancia recorrida desde su casa y la rapidez con que llegó a buscarlo la camioneta, que este Llamado de Comandancia se dio por Incendio en forma rápida y totalmente normal.

La camioneta dobló por calle Los Plátanos siguiendo las señas del público, de manera que las primeras actuaciones del Comandante fueron por el fondo del edificio incendiado, que colindaba con propiedades con frente a la mencionada calle. Los edificios no eran incombustibles y estaban en evidente peligro de verse envueltos por el calor radiante. En ese lugar estaba ubicado el carro de la Primera Compañía alimentando desde el grifo ubicado en Premio Nobel con Los Plátanos y ya tenía parte de su material dentro de las propiedades en peligro.

Posteriormente llegó por esta misma calle el carro de la Tercera Compañía, quien intentó armarse de grifo en calle Los Plátanos sin lograr abrir la matriz con la rapidez que el caso requería y cambiando por esta razón su ubicación a José Pedro Alessandri con Mayor Abe. Al comprobar la evidente necesidad de trabajar por este frente, el Comandante dispuso por radio que el carro de la Sexta Compañía que estaba por llegar al lugar, se colocara junto al de la Primera, ya que se necesitaba material de escalas. Quedó así distribuido el material móvil y por ende las compañías en dos grupos, uno integrado por 2°, 4° y 5° Compañías, que penetró por calle Madreselvas, vale decir por la puerta principal de la fábrica, y otro, integrado por la 1°, 3° y 6° Compañías, que lo hicieron por calle Los Plátanos a través de otras propiedades.

En esta primera etapa, llegaron también por calle Los Plátanos, los Capitanes de la Segunda y Quinta Compañías, quienes recibieron la orden de trasladarse al otro frente, donde estaban sus respectivas Compañías, con el agregado para el primero, de hacerse cargo del trabajo en ese frente en su carácter de Capitán más antiguo y por lo tanto, reemplazante del 2° Comandante.

Cuando ya la Primera Compañía tenía agua en sus pitones y procedía a subirlos a la muralla del fondo del cuerpo de edificio en llamas empleando las escalas de la Sexta Compañía y la Tercera estaba completando su armada de 50 mm., el Comandante atravesó por sobre una pandereta a fin de llegar hasta el frente de la propiedad incendiada, encontrándose con que estaban dando agua desde el patio los pitones de 50mm. de la Cuarta y la Quinta Compañía, esta última abasteciendo a la Cuarta desde el grifo ubicado en Madreselvas con Premio Novel.

Después de un lapso, cuya duración es difícil de precisar, pero que se estima en 20 a 30 minutos, se pudo observar en el interior del galpón, al disminuir la intensidad de las llamas, por haberse extinguido prácticamente todo el fuego en los materiales combustibles ordinarios, que existía una ruma con una considerable cantidad de tambores de 200 litros, cuyo contenido ardía con las características propias de un líquido inflamable.

Se dio orden entonces de que la Cuarta Compañía, que era la que tenía un carro con espuma en posición más favorable, empleara ésta, lo que se hizo pitoneando desde la parte superior de la muralla sur. Se vació todo el espumógeno de este carro sin que se lograra extinguir el fuego. Continuó esta labor el carro de la Primera, cuyo pitón logró apagar el inflamable justamente cuando estaba agotándose el espumógeno. Quedaba únicamente el carro químico en condiciones de trabajar con espuma y el Inspector de Máquinas había salido en la camioneta a buscar más espumógeno.

Se ordenó mantener el pitón de espuma del carro químico listo para trabajar de inmediato y se ubicó en el interior del edificio, donde se empezaron en ese momento las labores de remoción de escombros que son de rigor y que permiten establecer si el fuego realmente ha sido extinguido o apagar los pequeños focos que pudieran quedar. Se dio orden terminante y reiterada de que los pitones se manejaran con un pitonero y su ayudante, exclusivamente a fin de no arriesgar en forma innecesaria al personal. Las ventajas de esta disposición pudieron apreciarse claramente después.

 

En la remoción de los tambores arrumados se dieron instrucciones de trabajar con el mayor cuidado, no tumbándolos ni golpeándolos por ningún motivo.

Al comenzar esta fase del incendio, se dio orden de retirada a la Tercera y Cuarta Compañía, a fin de mantener protegido el sector alto de la Comuna de Ñuñoa, ya que atienden como primer socorro los cuarteles 4°, 5° y 6°. El personal de estas Compañías estaba terminando de recoger su material, mas o menos media hora después que los voluntarios de la Segunda y Sexta habían comenzado su labor de remoción.

Repentinamente, comenzó a avanzar una llama de unos 30 centímetros de altura que se extendió rápidamente por la superficie del agua hasta llegar al lugar en que estaba la ruma de tambores. Allí había indudablemente una acumulación de gases inflamables que entró en combustión instantánea, produciendo un efecto similar al de una explosión por el desplazamiento del aire, viéndose envueltos en llamas los voluntarios que estaban despejando el lugar.

La gran mayoría logró escapar hacia fuera, algunos con sus uniformes ardiendo, con excepción de dos que quedaron atrapados en el interior, cosa que no se advirtió en los primeros momentos.

Dos o tres minutos pasaron mientras se hacían esfuerzos para organizar de nuevo el trabajo, durante los cuales el personal de la Tercera y Cuarta Compañía, con toda rapidez rehizo sus armadas. Puede decirse que el incendio había vuelto a recuperar al menos el 50% de la magnitud que tenía cuando llegaron los carros.

Las llamas habían envuelto toda la zona nuevamente, al arder el inflamable que en delgada película flotaba sobre el agua. Apagadas estas llamas en el patio con la acción del pitón de espuma del Carro Químico y el resto de los pitones de agua, se penetró nuevamente al interior, cuando se oyeron voces de los pitoneros ubicados sobre la muralla norte, de que se veía entre las llamas el cuerpo de un voluntario.

Protegidos por el pitón del carro Químico, se acercó un grupo de voluntarios hasta el lugar en que se encontraba, tras grandes esfuerzos se logró sacar el cuerpo a Jorge Batiste Aleu. Finalizada esta labor, nuevas voces indicaron que se divisaba otro cuerpo. Nuevamente con riesgo de sus vidas, varios voluntarios repitieron la faena anterior, logrando rescatar quemado en forma que lo hacía irreconocible, el cadáver del voluntario Silvio Guerrero Mutinelli.

En la foto se muestra los lugares exactos en donde fueron encontrados los voluntarios.

Mientras sucedían estos hechos, los voluntarios que habían sufrido quemaduras eran conducidos en diversos vehículos a los establecimientos asistenciales, labores en la cual colaboraron eficientemente los señores Vice – superintendente, Directores Primera y Quinta.

Se continuó las labores de extinción en forma normal, durante los cuales se contaba con la colaboración de los Cuerpo de Santiago y San Miguel para la atención de posibles alarmas, ya que por orden del Comandante se les había avisado que Ñuñoa se encontraba comprometido en un Incendio de larga duración con todos sus efectivos.

Se dio por finalizado el trabajo a las 08:15 horas de la mañana al retirarse la Segunda y Quinta Compañías que fueron las últimas en hacerlo.

El Comandante Don Enrique Guerra dejó constancia de que se le ofreció al Capitán de la Segunda, dejar trabajando a la Sexta Compañía para que los voluntarios de su Compañía, evidentemente afectados por la muerte de dos compañeros y las gravísimas quemaduras recibidas por varios otros (en ese momento no habían noticias ciertas acerca del estado de los heridos) pudieran retirarse, ofrecimiento que agradeció sin aceptarlo, en un gesto muy propio de un bombero voluntario.

      

 

Ochenta dadores de sangre se necesitaban esa noche para los trasplantes y sus propios compañeros hacían filapara donar su sangre. Los voluntarios más afectados eran Sergio Riquelme Castro y Luis Bernardin Orellana de la Segunda Compañía, quienes ingresaron a urgencia en la Posta Central con sus rostros completamente desfigurados. Sergio aún nos acompaña en vida, mientras Luis fallecería el 1 de abril de 1963, engrosando la lista de Mártires.

Pero la lista de heridos era más extensa, también ingresaron lesionados Sergio González Milet y José Urzúa Crusat, ambos de la Sexta Compañía. Con heridas menos graves: Ramón Morales, Carlos Krauss, Ismael Blanco, Nelson Silva, Patricio Correa, Carlos Donoso y Alberto Maza de la Sexta Compañía; Nicolás Seyler, Hernán Cifuentes, Raúl Guerrero, Manuel Ramírez, Wilfrid Sugerd, Gabriel Parodi y José Guerino de la Segunda Compañía. Todos ellos fueron trasladados mas tarde a sus respectivos domicilios

La tragedia de Madreselvas es el peor episodio en los anales del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa.

Y ellos cumplieron fielmente nuestro lema: La Vida Por la Humanidad.

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