Discurso de Sr. Director en homenaje a nuestros Mártires

Discurso pronunciado por nuestro Director Sr. Andrés Soto N., el 1° de abril en el cementerio general, como homenaje al Mártir Luis Bernardín Orellana (Q.E.P.D.) a 49 años de su partida.

Aquí, 49 años atrás, hubo un tropel de grandes veteranos cobijados por el desconsuelo que desata la desgraciada incomprensión.

Incomprensión de perder a un hombre que durante 3 meses y 20 días vivió lo que ninguno de nosotros quisiera vivir….. dolor, esperanza, llanto, desilusión, más dolor y miedo, ganas de vivir y junto a la desesperación razón para morir… finalmente,  la muerte no logró su objetivo, pues Luis, trascendió con el sable de los grandes guerreros, surcando el paraíso perdido, para envestir  con algo similar a la Gloria, el alma retraída de tantos Segundinos que viendo la muerte tan dolida y el agonizar tan largo de nuestro camarada Bernardín, supieron que la  grandeza era un 2 trazado eterno en el cielo, que hasta entonces nos parecía tan oscuro, tenebroso y sombrío; pero visto desde donde Luis Alberto lo vivió un día como hoy, nos parece amigable y transparente.

Una cosa es morir cumpliendo con el deber, o dispuesto a dar “la vida por la humanidad”, pero otra es quedar vivo y consciente para luchar más allá del insoportable y con los fantasmas del inconsciente.  Esos que nos castigan o nos premian, esos fantasmas que nos guían por senderos extraviados en la oportunidad de ser fuertes y grandes, o caer en los brazos de la muerte pensando en los hijos de la vida que ni siquiera han nacido y tendrán por extensa misión  venir a suplir el lugar de los grandes próceres  de la sociedad.  ¡próceres anónimos!; perdidos entre una ligera comunidad  que contando los años como fugases pertenencias mundanas, han olvidado el valor de hombres como éste, que hoy yace prácticamente olvidado para sus congéneres, porque el tiempo se diluye buscando historias recientes;  pero la muerte, en el caso de Luis no ha sido temida (como nos decía don Alberto Ried); pero sí, indiscutiblemente sufrida, por lo que sabemos tuvo que soportar este insigne Segundino, que con sus sollozos, llantos e inalcanzables sacrificios, sólo nos ha enseñado en su largo caminar por los senderos de la muerte, que dentro de esta familia nadie tiene el derecho a darse la espalda, desconoce quiénes somos y mucho menos olvidar de donde venimos.

Es por eso camaradas Segundinos, que no es justo dejar el día de hoy, y ninguno, esta tremenda obra a la deriva de quienes crean que avanza sola, porque hombres como nuestros 4 mártires no dieron su vida para que hoy seamos la Compañía de más bajo perfil en el Cuerpo, sin veteranos que transmitan la energía de aquellos que escribieron esta epopeya que ninguna otra Compañía en este Cuerpo puede sentir o descifrar, como lo hacemos nosotros, porque al fin y al cabo, son ellos los únicos que se fueron cumpliendo cabalmente nuestro ilustre lema.

Hermanos míos, Gabriel no busca ser el mejor Capitán en 80 años, mucho menos Cristóbal, Esaú y Felipe creen que solos harán de ésta, otra Compañía; Rodrigo, Andrés, Cristián y Raymi, sólo son jóvenes deseosos de aprender; así como Julio, de traspasar su sabiduría adquirida con los años que le dan el cargo que hoy enviste y de verdad lo merece.

 

Amigos, hermanos, Segundinos todos los que estamos aquí, de verdad, ninguno estaríamos sino creyéramos en algún rincón del corazón, que esta unidad tan observada, es una Institución creada llena de errores, virtudes y sueños que han provocado el grato apoyo que he recibido de nuestras 10 Compañías hermanas en este delicado momento que hemos debido enfrentar.

Delicado para sentarnos y cuestionar, pararnos, caminar, trazar el horizonte insigne e infinito que nos permita crecer tan gloriosos y benignos, que aquellos grandes hombres que trazaron con anterioridad nuestro presente, jamás puedan llegar a sentirse defraudados frente a esta glorioso juventud ansiosa y capaz de trazar un futuro eterno, lleno de satisfacción y optimismo como sólo Luis Alberto Bernardín Orellana nos podría haber obligado a realizar con las garras de un grande que no dejó nuestras filas sin trazar con dolor, sangre y orgullo… ¡La Palabra Eternidad!… esa que desde hoy depende de nosotros mantenerla de verdad…

 

Este humilde homenaje es porque lo mereces junto a nuestros compañeros caídos en esa trágica madreselva que nunca olvidaremos y cada 1º de abril, como lumbre inspiradora, nos ilumina divina desde el infinito con la inspiración de tu didáctico martirio  para todos los Segundinos de ayer, hoy y mañana, que prometen en este acto, volver a llenar los corazones de esa savia divina que nos guía a la grandeza de ser la Segunda que ustedes, distinguidos entre todos, quisieron hacer  una marcada noche de Diciembre, donde jamás volveremos a ser lo que nunca hemos querido ser.

Por eso, y para terminar, es que no sólo en vuestra ilustre tumba dejamos hoy estas significativas flores, sino,  además, el compromiso que con vuestro ejemplo seremos de aquí en adelante, cada día mejores hermanos Segundinos….

Luis; ten por seguro que con este sencillo y póstumo homenaje, tu querida Segunda, ni hoy, ni mañana, ni nunca, te olvidará mientras existamos como compañeros de causa e ideales.

Gracias y hasta siempre.

Mártir del 63  Luis Alberto Bernardín Orellana; sigue en nombre de tu Segunda Compañía descansando entre los grandes eternos.

Buenos días.

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