La historia cuenta que un 27 de Mayo de 1933, en una fría y lluviosa tarde, un grupo de vecinos se reunió para sentar las bases de lo que a la postre sería el primer servicio bomberil que atendería las necesidades del ya tradicional barrio Ñuñoíno. Así pues, liderados por el multifacético Alberto Ried Silva, hombre de linaje bomberil, este grupo de caballeros del fuego escribe las primeras páginas del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa.
¡Qué quijotesco desafío! planteaba don Alberto Ried; crear un nuevo Cuerpo de Bomberos. Ya no era una compañía más, por el contrario, era dar inicio a uno de los primeros Cuerpos Comunales en el gran Santiago. No creceríamos al alero del octogenario Cuerpo de Bomberos de Santiago, sino seríamos su principal complemento en la atención de las emergencias de este pujante sector de la capital.
Vecinos cuidando a vecinos, nuevamente la comunidad organizada daba muestras de su interés por el prójimo….de la misma forma que lo hicieron en el 1851 esos antiguos y pioneros porteños; de la misma forma que esos importantes ciudadanos de la capital dieron los primeros pasos de la Asociación contra incendios en 1863….en esa lluviosa tarde de Mayo, los Ñuñoínos pusieron su grano de arena en el ya vetusto libro del servicio de bomberos del país.
Nos fundamos como un cuerpo de bomberos…. La compañía sin número se le llamo… no existía ninguna distinción entre esos primeros caballeros del fuego Ñuñoínos; solo su gorro calot y a posterior el casco con una Ñ nos identificaban como parte de esta gran y creciente familia Ñuñoína. Esto no amilano a los antiguos; por el contrario, forjo lo que hasta hoy tenemos como una principal característica….la unidad de cuerpo; Somos uno solo, 11 compañías que forman como un solo gran grupo. Las casi ya centenarias guerreras rojas son una gran masa compacta cuando forman; las negras cotonas son uno solo cuando, unidas, combaten codo a codo contra el fuego.
Hoy, a 83 años de esa primera reunión, hacemos votos de recuerdos por aquellos pioneros de la cotona de cuero y la toalla blanca; homenaje eterno a esos antiguos que, en una sala de la asistencia pública, sin luz y sin dinero, planeaban el destino de una gran empresa, única en su tipo y exitosa hasta el día de hoy; a los “viejos” que, desde la casa de Luis Beltrán, presurosos acudían al llamado del deber a bordo del Minerva solo protegidos por un casco y el deseo de dar lo mejor de sí en pro de esa comunidad que voluntariamente decidieron proteger.
Honor y gloria eterna a Alberto Ried Silva, a Fanor Velasco Velázquez, a Joaquín Santa Cruz Ossa, a Heberto Valencia Guevara, a Enrique Guerra Bagolini y a los cientos de Bomberos antiguos que pusieron un grano de arena para que hoy, 83 años después, podamos decir con orgullo que somos parte de uno de los Cuerpos de Bomberos mas modernos y profesionales del país, y por que no decirlo, de todo nuestro continente.
Cientos de incendios han pasado por nuestra historia; cuántas vidas quizás hoy siguen en esta tierra gracias a la acción directa o indirecta de nuestros Bomberos, cuántos padres llegaron a casa para poder abrazar a su hijo gracias a esa locura de Alberto Ried, gracias a esos 5 pesos que, con el correr del tiempo, demostraron ser más que suficiente para esta nueva empresa…porque nuestro principal activo no es el dinero, es la pasión y el compromiso de sus integrantes y eso, los bomberos de Ñuñoa mantienen incólume su amor por la institución, tal como sus predecesores.
Voluntarios y Voluntarias, Brigadieres, Bomberos y ex bomberos….gran familia Ñuñoína; en este nuevo aniversario de la gesta fundacional, no olvidemos a nuestros viejos, a nuestros predecesores…. Ñuñoa, La Reina, Macul, Peñalolén y La Florida hoy cuentan con un moderno Cuerpo de Bomberos, orgullo de todos nosotros, gracias a esos visionarios vecinos que un día, al mando de un escritor, poeta y soñador, decidieron fundar el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa.
Nuestros agradecimientos a Fire Photo Chile
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