Milton Rozas Sarfaty

La mirada de Milton Rozas, 65 años de Bombero

En reciente ceremonia del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, el 1 de junio de 2024, en un momento emotivo y lleno de simbolismo, se hizo entrega de la Medalla al Mérito al Director Honorario y ex Superintendente, Milton Rozas Sarfaty. Un merecido reconocimiento a su trayectoria como Bombero.
La afición al fútbol lo convirtió en Voluntario de la Cuarta Compañía, en el barrio de Echeñique frente al Parque Botánico, y en esta entrevista narra cómo era convertirse en Bombero en esos años de la década de los cincuenta. Por qué fue y dejó de ser “Bomba Árabe” su Compañía de toda la vida, y cómo también el fútbol llevó a la fundación de la Brigada Juvenil de la Cuarta. Su recorrido como Ayudante, Teniente, Capitán, 2ºComandante, Vicesuperintendente y finalmente Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa y su especial recuerdo de los hitos que dejaron Octavio Hinzpeter, Mario Alvear, Enrique Guerra, Mario González y Claudio Herrera. Su visión de los Bomberos de antes y de los de ahora, los desafíos actuales y la necesidad de preservar la historia y el patrimonio bomberil. En sus más de 65 años de Bombero, Milton Rozas Sarfaty, sincerando episodios e ideas, va a sus recuerdos y momentos de mayor tristeza y satisfacción. En entrevista revela por qué sólo usa una medalla en su uniforme y cuál es. Una aproximación testimonial a una vida de Bombero.

Entrevista de Hugo Guzmán R


¿De dónde nació su inquietud por ser Bombero?
Es bastante extraño. Yo venía a jugar fútbol ahí en el parque, al frente del Cuartel, en avenida Echeñique, y en una ocasión había una competencia entre todas las Compañías, era un campeonato de fútbol.


¿Qué año estamos hablando?1957. Y unos Voluntarios de la Cuarta que nos vieron jugar fútbol, fueron a buscarnos y nos preguntaron si nos queríamos hacer Bomberos para jugar el campeonato de fútbol, y después viéramos si queríamos seguir. Acepté, con dos amigos más. Nos hicimos Voluntarios. En esa oportunidad se hizo el primer Curso de Aspirantes, el año 57, participé en el primer Curso de Aspirantes que se hizo en esta Institución. Eso lo creó Mario Alvear (Capitán de la Cuarta, Comandante del CBÑ, Miembro Honorario de la Institución) porque no había curso en el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, y él planteó que se debía hacer para no entrar sin conocimientos básicos. Hicimos el curso, entramos, jugamos el campeonato de fútbol, lo ganamos y me quedé.
Se podría decir que entró a la Cuarta Compañía por ser bueno para el fútbol.
En definitiva fue así.


¿Y cómo estuvo el curso?
Bien. En ese tiempo era hidráulica, doctrinal, Reglamento, teoría de incendios, entre otras materias.


¿O sea, usted se fue encantando de a poco en Bomberos?
Me encanté adentro. No se me pasaba por la mente ser Bombero, llegar a pedir ser Bombero.


¿Cómo fueron sus primeros años de Voluntario en la Cuarta?
Me gustó y me quedé. Mario Alvear nos hizo el Curso de Aspirantes, habíamos llegado unos por el fútbol, otros que venían por otras motivaciones, éramos como 11 y nos hicimos hinchas de Mario desde que llegamos. Él nos dio las primeras lecciones y nos convenció, nos motivó. Entré y a los seis u ocho meses Mario Alvear me nombró Ayudante de la Compañía, y ya no paré.


¿Cómo sintetizaría la trayectoria en la Cuarta Compañía?
En la Cuarta, con la benevolencia de todos los Voluntarios, fui dos años Ayudante, dos años Teniente 3º, dos años Teniente 2º, dos años Teniente 1º, cuatro años Capitán. Luego pasé a ser Director un poco más de cuatro años y más tarde Vicesuperintendente del Cuerpo. Fueron largos años de actividad bomberil, concurrir a tantos incendios, llamados, la vida de Cuartel, la convivencia.


Después llegó a ser Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa y estuvo muchos años en ese cargo. ¿Cómo fue esa experiencia y tantos años?
Fue un trayecto suave, tranquilo, porque sucede que Octavio Hinzpeter era Superintendente y yo Vicesuperintendente, trabajamos muchos años juntos, después él pasó a ser Presidente de la Junta Nacional de Bomberos y empezó a tener poca participación en el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, entregó casi toda la energía a la Junta y me entregó a mí la oportunidad de trabajar en todo lo del Cuerpo. Entonces, cuando llegué a ser Superintendente llevaba como ocho años de Vice, siendo virtualmente Superintendente. Cuando uno tiene una persona que está a cargo pero te va traspasando, es más fácil irte compenetrando en el trabajo. Si me equivocaba, estaba Octavio. Creo que los Vicesuperintendentes tienen esa ventaja, hasta el día de hoy. Cayó el peso de forma natural para que me eligieran Superintendente.


Hablemos algo de la Cuarta. Las actuales generaciones, por ejemplo, se preguntan ¿era la Bomba Árabe, después no?
Cuando llegué era Bomba Árabe, pero era algo muy especial, porque de toda la Bomba, había sólo tres árabes. Uno era Wasfi Haddad (Fundador), que era uno de los personajes más importantes de la creación y el funcionamiento de la Cuarta Compañía, y él tenía muy buena relación con la colectividad árabe. No había muchos recursos en esos años, el financiamiento no era muy bueno, y junto con Jorge Casas Cordero (Fundador) consiguieron el patrocinio de la colectividad. Eso significó, a dos años de fundada la Cuarta, que fuera Bomba Árabe pero, además, provocó que cuatro Voluntarios se fueran y fundaran la Quinta Compañía, la Bomba Israel, para que veas. Hay un aniversario de Compañía en que se declara que la Cuarta es Bomba Árabe y de aquí mismo salieron cuatro Voluntarios, se fueron a la casa de un amigo y formaron la Quinta como Bomba Israel. Nosotros seguimos como Bomba Árabe, después fuimos Bomba Palestina, después Bomba República Árabe. Pero la verdad es que nos convertimos en un problema para la colectividad, y para nosotros la colectividad era otro problema. Nos daban poca colaboración y, al mismo tiempo, nos costaba conseguir apoyos porque nos decían “pero si ustedes son la Bomba Árabe”. Al final convenimos que no tenía sentido. Igual hubo gente de la colectividad que dijo que podían seguir colaborando pero sin un compromiso tan formal. Además, si en la Compañía hubiera un 50 o 60 por ciento árabe, podía tener sentido, pero con dos o tres, la verdad es que no se iba a sentir de la colectividad. Así terminó, y con muy buenas relaciones hasta hoy con muchas personas de la colectividad.


Ustedes siempre fueron de Agua. Y la gente de generaciones actuales también se pregunta cómo era ser Bombero, si era más sacrificado, si era muy distinto.
En cierto modo sí, pero no tanto. Teniendo en cuenta que nos apasionaba. Era sacrificado porque no existían los equipos de radio, no existían teléfonos, no había uniformes ideales, los carros tenían las condiciones de esa época, nada que ver con los de ahora, no había muchas comodidades en la Guardia Nocturna, para ir a un incendio uno se guiaba por la Paila y había que averiguar dónde era el incendio y cómo llegar, que no era fácil. Era más complejo. No teníamos uniforme, mi uniforme me lo compré en la Undécima de Santiago, dado de baja, ése era mi casco y mi cotona. Pero también las exigencias eran menores, no existían todos los cursos que existen hoy, no existía la preparación que existe hoy, las especialidades de hoy, nosotros teníamos los cursos que promovió Mario Alvear, pero hubo Compañías que empezaron con cursos veinte años después. Hoy hay más exigencias, más complejidades. Deja decirte que de esa época que te hablo, después de que Mario González (Comandante de la Institución y Voluntario de la Primera y luego de la Cuarta, fallecido) inició la parte técnica del Cuerpo, el que la desarrolló y priorizó fue Enrique Guerra (Director Honorario y Comandante de la Institución, Voluntario Honorario de la Segunda Compañía, fallecido), dedicó su vida bomberil a eso, creo que el gran mérito y el gran logro de Enrique Guerra fue haber introducido y desarrollado la tecnología en Bomberos y que todos captáramos la importancia de eso, no sólo en los carros, el material, en lo que teníamos que aprender para apagar un incendio, sino en la capacitación. Y eso quedó hasta hoy.


Usted estuvo en el incendio de calle Madreselvas, donde se registraron tres Mártires del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa. ¿Cómo describiría la experiencia de ese suceso?
Puedo hablar de lo que yo viví, porque otros vivieron cosas que yo no conozco, hubo varios frentes en ese incendio. Nosotros salimos sin saber a dónde íbamos, yo llegué muy rápido, tenía moto en ese tiempo, y el incendio era en un galpón cerrado, y que afuera tenía una placa que decía que era una fábrica metálica. Unas Compañías entraron por la parte de atrás, nosotros entramos por el frente, el carro de la Cuarta quedó frente a frente al portón de entrada y sacamos dos líneas (mangueras de agua) y trabajamos por los lados. Estaba la Quinta, la Tercera. Creo que, en definitiva, para no haber conocido el terreno, no haber tenido idea de lo que había, no tener la tecnología de hoy, se trabajó bastante bien. Hubo buen trabajo de agua, de escalas, se mandó a buscar espuma y se trabajó bien con la espuma. Pero en un momento determinado -incluso nosotros y otras Compañías ya nos retirábamos- sucedió lo que lamentablemente sucedió, una explosión.


¿Cómo vivió ese momento al saber de la muerte de los Bomberos producto de esa explosión?
Fue más de sorpresa que de terror. El terror lo sentí al día siguiente. Fue una sorpresa. Creo que nadie captó la real dimensión, en esos momentos, de lo que había sucedido. Fue algo muy difícil. Me parece que nadie en ese momento le tomó el peso a lo que significaba y significó como tragedia. Hay versiones por un lado, versiones por otro lado, cada uno vio una parte del incendio y cada uno vivió una parte de la explosión y lo que vino después, nadie estuvo en todos los lugares y menos al mismo tiempo. Era una media manzana de la fábrica, los que estaban en el lado norte del incendio tienen una versión, los que estaban al poniente otra, los que estaban al lado sur otra, y son versiones distintas, no distorsionadas, sino distintas. Nosotros estábamos por el frente, en el primer piso, y tenemos una visión y una versión, y otros estaban en escalas, arriba de un muro. Me quedo con que al final los incendios donde hay Mártires no se analizan, se veneran.
Este 2023 recibió Premio por 65 años de Servicio. El Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa cumplió 90 años.

¿Dónde sitúa hitos en la historia del Cuerpo?
Los hitos, bomberilmente hablando, se les doy a Mario González y a Enrique Guerra. Ellos crearon una noción de lo que es ser Capitán y Comandante, crearon una noción de la técnica necesaria, y después hubo una serie de Oficiales que siguieron ese rumbo y ese esfuerzo. En lo administrativo del Cuerpo, me quedo con Claudio Herrera (fue Superintendente y Director de la Primera Compañía, fallecido), que le subió el nivel a la Institución, y después Octavio Hinzpeter, que no solamente elevó al Cuerpo en muchos sentidos, sino que hizo una inmensa labor en la Junta Nacional de Bomberos. Por cierto, creo que al Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa nunca se le ha reconocido el aporte que hizo para la creación y el engrandecimiento de la Junta Nacional de Bomberos. Octavio cumplió una notable labor en cuanto al servicio y en lo administrativo del CBÑ y llevó a que el Cuerpo tuviera prestigio.


¿O sea, considera los hitos más como procesos que como hechos puntuales?
No, no me quedo en cosas puntuales. No hay un hecho sólo que uno diga que es el hito más relevante, son procesos que se vivieron y que definieron al Cuerpo. Para mí, procesos liderados por Mario González y Enrique Guerra, y por Claudio Herrera y Octavio Hinzpeter.


Es interesante lo de la parte administrativa, normativa. Porque los Bomberos, quizá por algo natural, pueden tender a motivarse por los incendios, los rescates, la acción, pero está el soporte administrativo, financiero e histórico que parece insoslayable. ¿Qué importancia le atribuye a la gestión administrativa, financiera, normativa, reglamentaria?
Es que se producen dos cosas: hay que prestar un buen servicio, pero hay que sustentar el buen servicio. Lo otro que tiene importancia es el Reglamento para el funcionamiento y la historia para proseguir. Bueno, y en un momento se produjo que Octavio Hinzpeter, por ejemplo, logró que los Bomberos fueran reconocidos por el Estado -fíjate lo que te digo y ojalá las nuevas generaciones lo capten- y que nos fijaran un ítem en el Presupuesto de la Nación. Eso significó que de la noche a la mañana ese presupuesto subiera entre un 25 y un 35 por ciento. También se hizo un estudio de todos los Cuerpos de Bomberos de Chile y se fijó el procedimiento para recibir los fondos y el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa quedó en segundo lugar, antes Santiago, después Valparaíso y Concepción. Hubo un estudio de especialistas de la Universidad de Chile en base a los territorios, los habitantes, infraestructura de cada ciudad y comuna, y eso determinó los montos para cada Cuerpo. Salimos favorecidos y eso implicó que nos llegara una cantidad de dinero muy fuerte y eso existe hasta hoy. Mira, estando Octavio Hinzpeter, el Cuerpo no tuvo que pagar ningún carro. Es un ejemplo que doy de la importancia administrativa y financiera, eso debemos fortalecerlo siempre.


Eso habla de cómo un estamento de un Cuerpo de Bomberos debe estar atento y preocupado de lo administrativo y reglamentario.
Por supuesto. Hay que estar vinculado a las distintas instancias e instituciones de Bomberos y del Estado. Hay que estar donde se toman resoluciones.


¿Cuál fue el momento más triste y amargo en estos 65 años de Bombero?
Los Mártires, sin duda.


¿Y el momento más alegre, de mayor satisfacción?
Me quedo con los momentos cuando fui Capitán de la Cuarta, cuando me eligieron Capitán.


¿Por qué?
Porque había hecho una carrera ordenada, fluida, que ahora casi nadie la hace. Dos años Ayudante, dos años sucesivamente de Teniente 3º, 2º y 1º, hasta ser Capitán. Fue una satisfacción muy grande y me realicé mucho. Hice muchas cosas como Capitán, fue muy constructivo y satisfactorio. Lo otro, de ser Director, Vicesuperintendente, Superintendente, se fue dando, aunque también estoy satisfecho de esos años.


¿Nunca tuvo la disyuntiva de ser Oficial administrativo o ejecutivo?
Fui 2º Comandante. Fui Capitán. Pero bueno, después de manera natural asumí cargos administrativos. Debo decir que me realicé mucho también como Vicesuperintendente, pude trabajar mucho, trabajé con las Compañías. Pero lo que más me llenó fue ser Capitán.


¿Pagó un costo alto en lo familiar? Se dice que los Bomberos quitan tiempo a la familia, más los Oficiales de Bomberos.

Les resté mucho tiempo, mucho.


¿Cómo lo graficaría?
En mis hijos. Traté de no estar tan ausente, pero me perdí montones de cosas de ellos, momentos importantes. Yo era de los Bomberos antiguos que iba todos los días al Cuartel General, todos los días, llegaba a las cinco de la tarde y salía a las nueve o diez de la noche. Nunca los vi dormirse. Mis hijos no me lo reprochan pero lo sienten.


¿Ninguno fue Bombero?
No. El mayor entró a la Brigada Juvenil, y al tercer día que le dijeron “oye, tienes que hacer esto así porque tu papá lo hacía, oye tu papá esto y lo otro”, se mandó a cambiar. Hay un costo familiar. He disfrutado más a mis nietos que a mis hijos.


A propósito, ¿qué significó para usted la Brigada Juvenil de la Cuarta Compañía?
Mira, esa fue una creación muy especial. Llegaron unos muchachos del barrio, de los alrededores, como ocho o diez, que querían venir a jugar fútbol a la cancha de la Compañía. Entonces con Sergio Correa, que era Capitán, les dijimos que sí, pero que tenía un costo. Que tenían que convertirse en Brigadieres, pensando en las Brigadas que ya habían formado la Quinta, la Séptima y la Segunda. Y ellos dijeron que sí, que se hacían Brigadieres.


El mismo caso suyo, que se hizo Bombero por jugar fútbol.
Exactamente, esos que venían a jugar fútbol formaron la Brigada, ahí creamos la Brigada Juvenil. La verdad es que fue exitoso. El que hizo mucho esfuerzo, además de Alexo Domínguez que quedó a cargo, fue Mario González, imagínate, él nos ordenó la Brigada. De ahí para adelante funcionó muy bien. Fue algo bonito que hicimos con Sergio, él como Capitán y yo como Director. No nació de que se nos ocurriera a nosotros, que saliéramos a buscar cabros, que fuéramos a los colegios, no, ellos vinieron a nosotros, y ahí se nos prendió la ampolleta y dijimos ya, ahora formaremos la Brigada Juvenil. Quedan como cuatro fundadores de la Brigada, entre ellos Patricio Muñoz, Director hasta el 2023.


¿Sus amigos, los más cercanos, son todos Bomberos o hay de otros círculos?
Son todos Bomberos. Lo comentábamos mucho con Octavio, somos monotemáticos, de lo único que hablamos es de Bomberos, de la Bomba, es el único tema que tenemos. Ahora de viejo me doy cuenta que realmente lo único que me entretiene de conversar es de Bomberos. Así que los amigos más cercanos son todos Bomberos. Y eso que jugué fútbol muchos años, tuve muchos compañeros ahí. Jugaba en una liga, jugué en Green Gross, después jugué en la liga de Providencia un montón de años, en el equipo Santa Mónica, jugué de back centro. Lo dejé porque me absorbió la Bomba, ni los domingos en la mañana tenía tiempo para ir a jugar fútbol.


¿Usted integró la Guardia Nocturna de la Cuarta?
Uuuhhh, estuve como tres o cuatro años en la Guardia Nocturna. Fueron muchas experiencias y vivencias. No era tan cómoda como ahora, pero teníamos lo principal. Incluso si hubiese habido pura agua fría, yo no me integro…Además medio mal acostumbrado, porque yo era hijo único. Salía a los incendios a las tres o cuatro de la mañana en moto, y mi mamá quedada muy preocupada, imagínate. También era una preocupación que estuviera en la Guardia.


¿Cómo ha sido la relación de este barrio, este entorno, de avenida Echeñique, Pedro Torres, el Parque Botánico que está en frente del Cuartel, calle Aguirre Luco, con la Cuarta Compañía?
Ahora es nula. En mi época era total. Todos vivíamos por aquí. La Cuarta, cuando surgió, tenía ocho, diez Voluntarios, y Jorge Casas Cordero se fue al frente, al Parque, a la calle, y descubrió un club de baile y se trajo a los muchachos y a las muchachas para el Cuartel, les dijo “ustedes pueden ir a bailar al Cuartel”, y a los cabros los hizo a todos Bomberos, cuartinos. Después vino el grupo mío que llegó por el fútbol, que nos trajeron para jugar a la pelota, ahí creció la Compañía. Fue producto del barrio. Todos los cabros de los alrededores, del barrio, pasaban en el Cuartel, la mayoría de los Voluntarios vivían cerca del Cuartel, lo cual fue muy bueno porque era una época que no había equipos de radio, los muchachos no tenían auto, no había movilización, así que sonaba la Paila y el Cuartel se llenaba, todos salían corriendo por las calles.


¿Existen los incendios de antes y los incendios de ahora?
Son más sofisticados los de ahora. Antes eran más simples, como se dice popularmente, más “para la patada y el combo”, eran más abiertos, quizá más peligrosos en algún sentido, recuerda que no teníamos todos los elementos necesarios. La tira, el pitón, y listo. El casco mío, que debe estar guardado acá en el Cuartel, era de cartón piedra.


¿Y esas polémicas de los Bomberos de antes y los Bomberos de ahora? ¿Que unos son mejores que otros?
Nunca puedes juzgar a los que vivieron años atrás, a los que estuvieron cuatro, cinco, diez, veinte, cincuenta o más años atrás, las condiciones son completamente distintas. No sé si los Voluntarios de hoy serían capaces de estar en los incendios de hace 30 o 40 años atrás, sin nada, sin uniformes, casi sin carros, carros sin estanque. Y no sé los Voluntarios de antes en los incendios de ahora. Cada cosa en su lugar. Nosotros éramos Bomberos para esa época, no sé si para esta época, porque hoy, por ejemplo, los Voluntarios, los muchachos, son muy preocupados de estudiar la técnica bomberil, de adquirir conocimientos, a mi me llama mucho la atención eso. Nosotros era puro coraje, y lo que nos enseñó Mario Alvear y después Enrique Guerra, cuando sabíamos que no podíamos armar seis tiras porque no llegaría agua, cosas así. No haría comparaciones.


¿Pero qué primaba para formarse como Bombero o ser Oficial?
Ser buen cambullonero, primero que todo, antes más que ahora (sonríe)…Hablando en serio, creo que lo que pasaba era que éramos más aguerridos, en algún sentido más irresponsables, no nos preocupábamos tanto de la técnica, entrábamos a los incendios, a los subterráneos, sin conocimiento, éramos más impulsivos, era más de guerra, de ir a combatir el incendio, y no había tanta formación. Eso comenzó con personas como Mario Alvear, Enrique Guerra, pero en los primeros años no era así. Claro, estaban los conocimientos básicos y los cuidados elementales. Por ejemplo, Mario González que nos enseñó que al llegar a un incendio lo primero que había que hacer era mirar bien el lugar, recorrer el área, tener una visión para empezar a atacar, hacer las armadas, la colocación de escalas. Ahora son más estructurados los combates a los incendios, se toman todas las precauciones, todos ocupan equipos de respiración autónoma, yo recuerdo que la Segunda, en aquellos años, tenía dos equipos de respiración y era todo.


Pareciera que los Bomberos ya generaron todas sus condiciones, sus capacidades y sólo hay que seguir ciertos perfeccionamientos, ajustes. ¿Usted cree eso o considera que hay importantes desafíos para adelante?
No, yo creo que todavía vienen períodos de desafíos importantes. Si el desarrollo de los Bomberos va con el desarrollo de la tecnología, del país, con la ciencia que avanza en el mundo. Cada día están apareciendo nuevos elementos, nueva técnica, nuevos materiales, nuevos tipos de carros. Mira, tú ves el litio, y ya hay problemas serios con las baterías de litio, hablo de emergencias, y tenemos que aprender a manejar esas emergencias y si en el futuro hasta el refrigerador de la casa va a funcionar con litio, la tecnología de Bomberos será distinta a la que tenemos hasta ahora.


Usted recibió este 2023 el Premio de Constancia por 65 años de Servicio. Se reciben los premios de 10, 15, 20, 25, 30, 35, 40, 45, 50, 60, ¿se mantiene la emoción de recibir esos reconocimientos o se reciben con naturalidad?
Creo que la emoción la perdí cuando recibí el Premio de 10 años de Servicio. De ahí hacia adelante es tener buena salud y eso es bienvenido.


¿Qué siente por los Bomberos? ¿Cariño, pasión?
A mí me apasiona el tema, me apasionan los Bomberos.


Me he fijado que, pese a tener 65 años de servicio, muchas condecoraciones, usted en su uniforme usa sólo una medalla. A diferencia de la inmensa mayoría de Bomberos que se colocan todas sus medallas, piochas, etcétera. ¿Por qué sólo una y cuál es, por qué eligió esa?
Soy enemigo de tanta medalla y tanta cosa. Como Superintendente y Vicesuperintendente plantee, y no lo logré nunca, que el Cuerpo entregara las condecoraciones o las Compañías las entregara, las de años de servicio, pero no los dos, porque se repiten. Logramos que al ir recibiendo consecutivamente la de años de servicio, se sacaran las de los años pasados, porque estaban reconocidos en la nueva medalla, pero nadie se les saca, la verdad. Para mí, no se ve bien, a mi no me gustan los uniformes con tanta medalla. Incluso el uniforme que tenemos, “la guerrera”, no me gusta, usaría algo más cómodo, más sobrio, camisa y chaqueta, no sé. Sobre lo que te fijaste, te diré que la única medalla que uso es la Medalla al Valor que me dio la Cuarta Compañía. Es la única que tiene una razón distinta. Los de años de servicios, de cinco, diez, quince, veinte, cincuenta, los tengo porque asistí y tuve buena salud para seguir activo. Esa medalla fue por lo realizado en la Compañía, tiene un valor grande. Creo que la tenemos cuatro cuartinos, Jorge Casas, Mario Alvear, René Gómez y yo.


¿Le pareció bien la creación de la Unidad Simbólica, de los Bomberos más antiguos?
Me pareció una buena idea, es un grupo de Voluntarios que rebasa las Compañías, es un grupo donde están Voluntarios de todas las Compañías, y hay pocos espacios con esa característica, siempre entre Compañías hay alguna rivalidad, alguna diferencia. Acá, en la Unidad Simbólica, se pierde eso, y es muy bueno. Además, es positivo tener un lugar donde los Voluntarios antiguos van a conversar con gente de su edad, de sus tiempos, conversar temas bomberiles y temas generales. Y no se produce la diferencia entre la Cuarta y la Tercera, la Quinta u otra, cada uno tiene sus experiencias, su visión de lo que ha pasado. Lo que pasa -y no me quejo- es que los viejos van perdiendo la presencia en sus Compañías, no sólo en ir sino en lo que se hace en la Compañía y, claro, los próximos cincuenta años no son de los viejos, son de los jóvenes. Yo pelee en mis cincuenta años y ellos tendrán que pelear sus cincuenta años. Claro que podría haber mejor presencia de los más antiguos. Pero en fin, en la Unidad Simbólica nos juntamos, nos contamos las historias, hacemos recuerdos, lloramos, nos quejamos de los que están ahora, discutimos, compartimos, y eso es muy bueno.


¿Cree que en el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa hay que darle más importancia y dedicarle más preocupación al rescate de su historia y de su patrimonio?
Estoy convencido de que sí. Creo que uno de los pecados del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa es que tiende a perder la historia, y pierde cosas y patrimonios que es difícil de recuperar. Esa es una de las labores de la Unidad Simbólica. Bueno, lo tiene que hacer el Cuerpo también. En alguna parte debería quedar la historia, del Cuerpo y de las Compañías, y particularmente la historia de estos noventa años. Creo que con el libro de los 90 años del Cuerpo logramos un buen objetivo. Pero también hace falta una visión más novelada, más atractiva, hay formas de hacerlo, testimonios, aunque haya distintas visiones y traiga polémicas, pero de episodios que sí sucedieron, veraces. Imagínate que estamos vivos Voluntarios de los años cuarenta, de los cincuenta. Hay para investigar de los años treinta. Hay que rescatar lo que fuimos, debe estar escrito, y debe preservarse el patrimonio, no botarlo. Por ejemplo, contar la historia de los primeros incendios, los primeros cuarteles, el primer Curso de Aspirantes, las primeras inundaciones en que socorrimos.


Oiga, para ir concluyendo, preguntarle unas cosas episódicas. Se hicieron los Juegos Panamericanos el 2023 y el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa concurrió con Voluntarias y Voluntarios y con carros. Cuando fue el Mundial de Fútbol de 1962, ¿el CBÑ dio apoyo?
Sí, claro, hubo dos carros en el Estadio Nacional con Bomberos. Y estábamos en la salida hacia Maratón y podíamos ver súper bien los partidos.


¿Y cómo vivieron el 11 de septiembre de 1973?
Fuimos extraordinarios en la respuesta como Cuerpo, hicimos las cosas muy bien, muy organizadamente. Aunque creo que en el país no hubo más de tres o cuatro Cuerpos donde se cometieron errores. En el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, dadas las condiciones que había, planificamos todo como un año y medio antes del 11, y todo se cumplió cabalmente. Teníamos serias dudas en ese momento de qué se iba a producir entre los Bomberos y nadie, absolutamente nadie, tuvo una posición distinta a ser Bombero. Así fue en el CBÑ.


¿El incendio que lo haya marcado?
Fuera del de Madreselvas, donde murieron los Mártires, el de la fábrica Hucke; otro, el de los primeros de la Papelera. También los incendios de las barracas que duraban eternamente.

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