A fines del siglo 19 surgió la Comuna de Ñuñoa. Fue fundada el 6 de mayo de 1894. Casi cuarenta años después, nacía el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, respondiendo al desarrollo urbano, demográfico, de servicios e infraestructura de esta zona del oriente/sur de la capital chilena.
A fines de la década de los veinte e inicios de la década de los treinta del siglo 20, se dieron pasos de fortalecimiento institucional de la Comuna (instalación de la nueva sede municipal, estructuración del municipio, implementación de la “autonomía comunal”) (“Ñuñoa. Su historia, su gente”. Ilustre Municipalidad de Ñuñoa. Edición octubre 2012) y en ese contexto apareció la necesidad de contar con unidades de Bomberos. Claro que, en honor a la verdad histórica, como sucedió con la fundación de los Cuerpos de Bomberos de Valparaíso y de Santiago, el de Ñuñoa se gatilló por un enorme incendio el 24 de abril de 1933, que llevó a un grupo de notables vecinos, liderados por el intelectual Alberto Ried Silva, a tomar la iniciativa de dar origen a la Institución bomberil ñuñoina.
Escribió Ried: “Habitaba yo en 1933 una pequeña casa en la calle San Gregorio (hoy Dublé Almeyda) muy próxima a la avenida Exequiel Fernández en Ñuñoa…Una noche inquietante, que lo fue aquella del 24 de abril…el fulgor de una hoguera iluminó los contornos de mi residencia. Las llamas habían prendido violentamente en la esquina de la Avenida José Domingo Cañas con Exequiel Fernández y el resplandor ígneo había puesto en estado de alarma a todos los habitantes del barrio…El fuego avanzaba con inusitada rapidez y las casas vecinas comenzaban a ser presa de las llamas…Al albor de aquel otoñal amanecer, integrado bajo el alero de mi hogar, un pensamiento pertinaz iluminó mi cerebro…Y entonces, Balbina, mi compañera, fue quien escuchó de mis labios las primeras palabras de esta concepción: -‘Mujer, le dije, voy a fundar en la Comuna de Ñuñoa, un Cuerpo de Bomberos Voluntarios’…”. (“El Llamado del Fuego”. Alberto Ried Silva. Edición Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa. 2008).
Así las cosas, el 27 de mayo de 1933 se fundó el CBÑ, en una reunión en una dependencia de la Municipalidad de Ñuñoa instalada en una antigua casona de avenida Irarrázaval, frente al Club Ñuñoa. En el inicio de ese proyecto vital, participaron connotados personajes -además de Ried- como Joaquín Santa Cruz Ossa, Carlos Silva Vildósola, Alejandro González, Heberto Valencia, Jorge Vélez, Juan Moya Morales, junto a un numeroso contingente de hombres convertidos en Bomberos.
Vinieron los encuentros en la Posta 4 de la Asistencia Pública, las donaciones, la compra de los primeros carros siempre en función de adquisiciones de máquinas europeas o estadounidenses, la conformación de oficialidades, la gestión para la instalación del primer cuartel en calle Luis Beltrán 1919 y los despegues en los años cuarenta que fortalecerían una Institución que siguen siendo de las más grandes e incidentes a nivel regional y nacional.
Al comienzo, existiendo el Cuerpo, se hablaba de la “Compañía sin número” porque no existían tales. Pero el 26 de noviembre se fundó la Primera Compañía y el 8 de diciembre la Segunda Compañía de Bomberos de Ñuñoa, consideradas Compañías Fundadoras. Entre octubre de 1943, hasta diciembre de 1974, se fundaron la Tercera, Cuarta, Quinta, Sexta, Séptima y Octava Compañías. A mediados de los setenta se adoptó una decisión institucional y el Cuerpo de Bomberos de La Florida y sus tres Compañías pasaron a formar parte del CBÑ, convirtiéndose en la Novena, Décima y Undécima.
La historiografía de los Bomberos de Ñuñoa está plagada de sucesos, hitos y también mitos, que figuraron y establecieron su desarrollo y fortaleza en un hilo conductor de acontecimientos y decisiones, encuadrado todo asimismo en la historia comunal, regional y nacional, y en los avances científico-tecnológicos y de procedimientos de gestión y administración.
Como sea, visto de manera cronológica o complementaria independiente de los tiempos, esta Institución arriba a las ocho décadas de existencia, con cimientos construidos, entre otras cosas, con el rescate y reivindicación de su pasado, y comprensión de una visión de futuro, sin abandonar las necesidades y hasta prisas del presente.
Algunos momentos determinantes
Un hito que tiene que ver con el marco formal del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, se produjo cuando la autoridad central del país, de aquella época, tomó la decisión de crear dos nuevas comunas en parte importante de la circunscripción ñuñoina. En 1984, se dictó el Decreto con Fuerza de Ley (DFL) Nº1-18.294, de fecha 10 de julio de 1984, que en su Artículo 1º señaló: “Establécense las municipalidades de las comunas de San Ramón, La Pintana, Lo Prado, Cerro Navia, Peñalolén y Macul. Estas municipalidades entrarán en funcionamiento, en la fecha en que asuma su cargo el respectivo Alcalde, designado en conformidad a la ley, dentro del plazo de 120 días contados desde la publicación del presente D.F.L. en el Diario Oficial”. (Biblioteca del Congreso Nacional. Documentos del Ministerio del Interior). De tal manera que el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, a partir de esa fecha, quedó integrado por las comunas de Ñuñoa, La Reina, La Florida, Macul y Peñalolén.
A eso hay que agregar que disposiciones anteriores entre finales de los setenta e inicios de los ochenta, alteraron las demarcaciones jurisdiccionales de las comunas de la Región Metropolitana, lo que incidió en el “sistema de despachos” a emergencias en el caso de las unidades bomberiles ñuñoinas, en concurrencias a Incendios, Rescates y otras alarmas, en los límites con comunas de Santiago, Providencia, Las Condes y La Granja. Unos 30 años después esto tuvo una mejora, cuando los Cuerpos de Bomberos de Ñuñoa y de Santiago lograron un acuerdo y coordinación en la cobertura de emergencias de comunas atendidas por ambas instituciones.
El Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, como toda Institución bomberil, desde su nacimiento fue impactado y enmarcado en acontecimientos de la vida nacional, de todo tipo. Desde su surgimiento le tocó asumir emergencias ante desastres naturales como los terremotos de 1958, 1965, 1971, 1985, 1997, 2010, 2012, 2015 que afectaron a la Región Metropolitana y específicamente a las comunas que cubre el CBÑ; los aluviones de 1987, 1993, 2009, 2013; pandemias o situaciones sanitarias críticas (1933, influenza), hantavirus (1990-2001), listeriosis (2008 a 2009) y Covid-19 (2020 a la fecha); grandes Incendios de fábricas, bodegas, poblaciones, recintos militares, escuelas, casas, barracas, forestales. Episodios históricos en la vida social, política e institucional como la primera vez que las mujeres chilenas pudieron votar (1935), ruptura de relaciones con Alemania y Japón en medio de la Segunda Guerra Mundial (1945), golpe de Estado (1973), tensión y peligro de guerra con Argentina (1978), avance de la reforma penal procesal (2005), y estallido social (2019) que gravitaron en la actividad de Bomberos.
Frente a esos sucesos, de diverso origen e índole, donde básicamente se amalgaman los factores humanos con los de la naturaleza, en los radios cubiertos por los Bomberos Ñuñoinos hubo que atender diversidad de alarmas con distintos componentes, que van desde contar con el material técnico apropiado, hasta contar con valores y comportamientos necesarios: como atender emergencias en un aluvión a una pandemia, o en medio de una crisis institucional del país y una revuelta social.
También en el CBÑ hubo que atender emergencias de nuevo tipo, que fueron superando el accionar solamente en Incendios o desastres naturales. Las emergencias con productos químicos, de colisiones o choques de vehículos con innovaciones tecnológicas, de derrumbes e incidentes con personas atrapadas, los siniestros en edificios de gran altura, entre otras realidades, derivaron que a partir de la década de los sesenta y sobre todo entrando en el siglo 21, el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa pasara de dos especialidades bomberiles básicas, a casi una decena de especialidades.
Se fueron incorporando el Rescate Vehicular, Rescate Urbano, Rescate en Aguas Torrentosas, Incendios y Búsqueda y Rescate en Edificios de Altura, Salvamentos de complejidad con trabajo de cuerdas, Haz Mat o Materiales Peligrosos, y nuevos procedimientos en combates de incendios. En los años ochenta, las Compañías de Bomberos de Ñuñoa pasaron a ser multipropósito teniendo varias de ellas dos o más especialidades.
Hoy el CBÑ cuenta con vehículos de emergencia de alta eficacia y capacidad, pero no se olvidan historias como ser el primer Cuerpo de Bomberos que usó escalas de aluminio (hoy se usan en todo el país) en sus carros portaescalas, o la mítica llegada de los carros bomba “Ward LaFrance”, unos monstruos en el combate de las llamas. Durante décadas, carros y máquinas que llevaban el “material menor” actualizado y eficaz, es decir, las herramientas imprescindibles para el trabajo en incendios, rescates y otras alarmas.
Es insoslayable contener en la historia del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa la tragedia producida cuando Bomberos Ñuñoinos fallecieron en Actos del Servicio, convirtiéndose en Mártires de la Institución. Es el caso de Silvio Guerrero Mutinelli, Jorge Batiste Aleu y Luis Bernardin Orellana, muertos a consecuencia de una explosión producida en una fábrica en calle Madreselvas, de la ahora Comuna de Macul, en el desarrollo de un siniestro de proporciones. El cuarto Mártir institucional es Jorge Dzazópulos Elgueta, fallecido por las graves lesiones sufridas en la Sala de Máquinas cuando el carro portaescalas salía hacia una alarma. Los cuatro eran Voluntarios de la Segunda Compañía.
También hubo en las últimas décadas hitos que se instalaron no solo en la historia sino en el desarrollo del Cuerpo de Bomberos como el surgimiento de las Brigadas Juveniles, la incorporación de mujeres a sus filas, el desarrollo de una poderosa Central de Telecomunicaciones y Alarmas, la creación de la Unidad Simbólica 1919 que luego pasó a denominarse “Director Honorario Heberto Valencia Guevara”, donde participan los Bomberos con más de 45 años de Servicio, y situaciones propias y particularidades, como que es un Cuerpo de Bomberos que siempre estableció el uso de uniformes similares para sus Compañías, la participación en instancias regionales y nacionales de Bomberos de Chile, donde quedó en los anales la gestión y compromiso del Voluntario Honorario de la Quinta Compañía, “Bomba Israel”, Octavio Hinzpeter.
Más de ocho décadas pasaron y lo que fue una incipiente pero decidida iniciativa, 88 años cruzados por un continuo de desarrollo y avance, en lo operativo y administrativo y gestión, que sitúa a ese proyecto modesto de los 30 del siglo pasado en una estructura bomberil de su tiempo, moderna y eficaz, con casi una decena de especialidades, cientos de profesionales de la emergencia (que no rentados, porque no es lo mismo), carros y máquinas propias del siglo actual y una infraestructura apropiada y eficiente.
Hugo Guzmán Rambaldi
26 de mayo 2021.